Juan Ángel Urruzola es uno de los artistas uruguayos que ha asumido a conciencia el ejercicio de la memoria social y se ha abocado a la labor artística entendida en sus dimensiones éticas. Su producción fotográfica de pequeña y de gran escala (vía pública) aborda la temática de los desaparecidos, del terrorismo de Estado y el exilio, de la relación entre el paisaje de una ciudad y la identidad de su gente, entre otros aspectos a destacar. Arte y política están íntimamente enlazados en su derrotero vital.
Artista conceptual de larga trayectoria, Luis Camnitzer desarrolla una intensa producción en circuitos de exhibición internacionales, aunque se mantiene temáticamente enraizada en el territorio simbólico uruguayo. En su obra el grabado cumple una función de marcada influencia ideológica y el empleo de elementos y materiales mínimos como lápices, huesos, espejos, palabras sueltas, etc. concurre en esa tónica reflexivo-lúdica que lo distingue también en el campo de la docencia universitaria y la teoría estética.
Rimer Cardillo es un artífice refinado y un zoólogo en ciernes: su producción bordea los límites acaso imprecisos entre el arte y la ciencia. De vasta trayectoria docente en el Club de Grabado de Montevideo y en universidades norteamericanas, Cardillo experimenta con diversas técnicas de estampación y materiales no-tradicionales, que combina en cajas, ensamblajes e instalaciones. En su obra el grabado no adquiere relevancia por la capacidad de reproducción seriada sino en tanto posibilita un lenguaje característico, una “huella gráfica” en la que también interviene el azar.
Manuel Espínola Gómez constituye para muchos uruguayos una referencia insoslayable en el panorama artístico de la segunda mitad del Siglo XX. Supo escandalizar desde muy temprano el ambiente vernáculo con la pintura “Sifón” (1954), llevó a cabo una intensa militancia política y en el diseño gráfico –logotipo del Frente Amplio (1971), trenza de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT), el logotipo del Foro Batllista, (1984)– y dejó una no muy copiosa pero fundamental producción pictórica, jugada siempre a la innovación y a un cerebralismo intuitivo y de fuerte impronta personal.
La formación de Javier Bassi parece haberse decantado más que nada gracias a una férrea disciplina individual. Junto con otros artistas de su generación (Cardozo, Legrand) se caracteriza por una gran preocupación formal que no desdeña tampoco los aspectos conceptuales de la creación. Artista que se desenvuelve con igual soltura en el campo de la pintura abstracta, el ensamblaje y la experimentación de formatos y materias diversas.
Julio de 2007.
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