viernes, 23 de mayo de 2008

ARTISTAS - Vol. 3

Juan Ángel Urruzola es uno de los artistas uruguayos que ha asumido a conciencia el ejercicio de la memoria social y se ha abocado a la labor artística entendida en sus dimensiones éticas. Su producción fotográfica de pequeña y de gran escala (vía pública) aborda la temática de los desaparecidos, del terrorismo de Estado y el exilio, de la relación entre el paisaje de una ciudad y la identidad de su gente, entre otros aspectos a destacar. Arte y política están íntimamente enlazados en su derrotero vital.

Artista conceptual de larga trayectoria, Luis Camnitzer desarrolla una intensa producción en circuitos de exhibición internacionales, aunque se mantiene temáticamente enraizada en el territorio simbólico uruguayo. En su obra el grabado cumple una función de marcada influencia ideológica y el empleo de elementos y materiales mínimos como lápices, huesos, espejos, palabras sueltas, etc. concurre en esa tónica reflexivo-lúdica que lo distingue también en el campo de la docencia universitaria y la teoría estética.

Rimer Cardillo es un artífice refinado y un zoólogo en ciernes: su producción bordea los límites acaso imprecisos entre el arte y la ciencia. De vasta trayectoria docente en el Club de Grabado de Montevideo y en universidades norteamericanas, Cardillo experimenta con diversas técnicas de estampación y materiales no-tradicionales, que combina en cajas, ensamblajes e instalaciones. En su obra el grabado no adquiere relevancia por la capacidad de reproducción seriada sino en tanto posibilita un lenguaje característico, una “huella gráfica” en la que también interviene el azar.

Manuel Espínola Gómez constituye para muchos uruguayos una referencia insoslayable en el panorama artístico de la segunda mitad del Siglo XX. Supo escandalizar desde muy temprano el ambiente vernáculo con la pintura “Sifón” (1954), llevó a cabo una intensa militancia política y en el diseño gráfico –logotipo del Frente Amplio (1971), trenza de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT), el logotipo del Foro Batllista, (1984)– y dejó una no muy copiosa pero fundamental producción pictórica, jugada siempre a la innovación y a un cerebralismo intuitivo y de fuerte impronta personal.

La formación de Javier Bassi parece haberse decantado más que nada gracias a una férrea disciplina individual. Junto con otros artistas de su generación (Cardozo, Legrand) se caracteriza por una gran preocupación formal que no desdeña tampoco los aspectos conceptuales de la creación. Artista que se desenvuelve con igual soltura en el campo de la pintura abstracta, el ensamblaje y la experimentación de formatos y materias diversas.



Las formas mórbidas, la suavidad en los pliegues de la piedra (semejante al drapeado de los vestidos), los blancos níveos del mármol que recuerdan la tersura de la piel humana... todo tiende a hacer pensar en Pablo Atchugarry como en un escultor de reminiscencias etéreas. Esa puede ser, sin embargo, una visión muy parcial de su obra. El proceso creativo demanda rudeza y un gran despliegue físico que el artista no escatima. Su abundante producción escultórica está prendada de un sentido de lo dramático que la emparenta con la tradición de la estatuaria latina.

Versatilidad técnica y pluralidad de lenguajes son características de la obra de Cecilia Mattos. Las historias del campo y la ciudad confluyen en la investigación de formatos y materiales. La artista ha mantenido a lo largo de los últimos años una producción que no hace distingos entre el arte y la artesanía, trabajando sobre ejes temáticos recurrentes como la inocencia y la culpa, el espacio de la memoria, la infancia y la tradición. Con ellos ha construido una mitología personal cargada de recuerdos y premoniciones que, sin salirse de la práctica artística contemporánea, le otorga a su obra un aura de religiosidad.

El esperpento domina la creación de figuras escultóricas de Hugo Nantes. Artista hurgador, reciclador de mundos subterráneos, sus personajes surgen de la chatarra con todos los atributos escatológicos de una sociedad en derrumbe. La operativa técnica implica al deshecho social y al remanente matérico como una estrategia de asunción anímico: la pragmática del “úselo y tírelo” remarca “en carne propia” los contrastes, temores y bajezas de la vida humana. Arte fuertemente expresivo y teatral, impacta también por la riqueza de sus soluciones formales.

Pintor de gestos expeditos y atmósferas cambiantes (que conocen desde la carga opresiva a la mínima levedad), Gustavo Vázquez ha desarrollado una vasta producción pictórica en nuestro medio. Su labor transita por una abstracci
ón de sugerencias matéricas y arrebatos impulsivos: una pintura de estados anímicos intensos y subjetividades a flor de piel. Su operativa técnica encuentra en la espontaneidad y en la “temperatura” de color las herramientas expresivas primordiales.

Pablo Thiago Rocca

Julio de 2007.

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