viernes, 23 de mayo de 2008

ARTISTAS - Vol. 2

Jacqueline Vares es una artista que logra persuadir por la delicadeza y la sobriedad de sus registros. Su obra sustentada en un trabajo minucioso amalgama los más diversos materiales en pos de una idea central, que conjuga con ternura y dominio expresivo. En especial, su trabajo en pequeña escala da cuenta de un universo intimista y abstraído, que de a poco se abre al espectador con el encanto de un regalo o de una entrega emotiva.

Grandes grabadores del pasado fueron al mismo tiempo grandes moralistas: Brueghel, Rembrandt, Goya, Guadalupe Posada... La popularidad del medio les concedía ese cambio de orientación para unas imágenes más sentenciosas que descriptivas. Pedro Peralta continúa en esa línea de trabajo ejemplarizante que también posee en nuestro país consumados grabadores (Carlos González, Solari, Leonilda González). Con un correcto dominio técnico y una idea compositiva bien trabajada, Peralta da cuenta de sus alegatos y metáforas. El empleo de refranes viene a reforzar esta función didáctica tan característica del grabado en madera como los pronunciados contrastes en la estampa.

Como caricaturista Hermenegildo Sábat ha sabido hacer del dibujo una herramienta de exploración psicológica, trascendiendo la recurrente exageración fisonómica con fines satíricos y políticos. Poseedor de una personalidad inquieta y versátil, logra desmarcase de los encasillamientos de género y estilos para alcanzar una producción de variado perfil en lo pictórico e incursionar también en otros campos de las artes como la literatura y la fotografía.

El taller de Clever Lara se mantiene dentro del panorama artístico local como uno de los escasos magisterios capaces de impartir una educación técnica y formal consistente. Su producción artística centrada en lo pictórico como eje de la representación y del análisis interpretativo, encuentra en el bodegón y otros géneros afines un pretexto para la reflexión sobre las funciones históricas, filosóficas y sociales del arte: un refugio para el pensamiento y la acción creativos.



La materia prima del arte de Lacy Duarte son sus experiencias del campo y de la frontera -económica, política, lingüística, cultural –. Su trabajo integra a todo un sector de la población rural que está presente sólo como estadística fatal o electorado latente en los medios masivos de comunicación, pero cuyo rico legado simbólico es ignorado y hasta “mal visto” en la ciudad. Tanto la pintura como la obra de corte más conceptual se “caldea” en ese ambiente campestre, madura en su formación urbana adulta y es reconquistada con la carga emocional de una vuelta sensible al territorio primero -y primario- de la infancia.

Artista de novísima y pujante promoción, Martín Vergés posee un solvente dominio del dibujo que aprovecha para desarrollar complejos proyectos artísticos. El equilibrio entre el saber tradicional y una visión del arte contemporáneo jugado a la concreción de ideas removedoras, conforma una personalidad cáustica, que destella con humor y puntería crítica. Su trabajo puede verse también como una meditación acerca de los límites y alcances de la modernidad en sus temas, géneros y estilos característicos (pintura, dibujo, retrato, vanguardia, entre otros).

Artistas plástico, impulsor de arte correo, artista digital, poeta visual, performer: Clemente Padín ha desarrollado su quehacer creativo como una espiral ascendente en torno a sí mismo, vale decir, a la construcción de un personaje público que encarna las prerrogativas del cuerpo social. Su labor es por ello esencialmente política (en un
sentido no partidario), lo que no niega la exploración en el lenguaje plástico y la búsqueda formal. Pionero en nuestro país en los diversos campos que transita, ha desarrollado también una vertiente teórica como fundamento y razón de su accionar.

El barroco de las configuraciones sedosas que Margaret Whyte imprime a sus creaciones en tela la alejan del kitsch y la sumergen en un aparente caos figurativo. Las colchas, las alfombras “flotantes”, las formas escultóricas que recuerdan vagamente imágenes de animales despatarrados, tótems con velos nupciales y árboles mullidos, constituyen una zambullida lúdica a un nuevo orden personal, anterior a las marcas y a los caprichos de la moda. Atañen al círculo íntimo de los seres queridos que se desprenden de sus viejos ropajes. Con ellos la artista arma el rompecabezas de una nueva idea estética y concilia sus fantasmas interiores.


Pablo Thiago Rocca

Julio de 2007.

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